El malestar de las mujeres

En la newsletter de deutschland.de venía un artículo sobre la igualdad de derechos, y, tirando del hilo, encontré una entrada en un blog escrito por la jefa de redacción de la revista online feminista Edition F, Mareice Kaiser.

Supuestamente el libro ha sido publicado en abril de este año.  


7 de septiembre de 2018

El malestar de la madre moderna

Mareice Kaiser

El libro se publicará en abril de 2021 por la editorial Rowohlt.

Este texto lo he creado como mensaje de voz desde mi bicicleta, yendo de la oficina a la guardería. Todavía quedan diez minutos hasta que cierre la guardería. Si voy rápido necesitaré un cuarto de hora. Mientras le hablo a mi móvil montada en la bici me salto dos semáforos en rojo, y esto no es solo una metáfora. Llego tarde, como siempre. Hoy me hubiera gustado quedarme más tiempo en el trabajo. A mi hijo no le gusta llegue a la hora en punto a recogerlo. Puntualidad significa en este caso a las 16 horas, hora de cierre de la guardería. A las 16 horas de la tarde casi siempre soy la última de todos los progenitores en llegar. No tengo ni idea de cómo lo consiguen las demás familias.

Así que a las 16 horas en punto de la tarde estoy en la puerta de la guardería y abro la puerta con la frente bañada en sudor, y sin aliento. "Su hijo ya está esperando ansioso", me saluda un padre. Zas, lo has clavado. Mala madre, ¿por qué llegas tan tarde? Mi hijo me recibe con cara triste y la pregunta: "¿Por qué llegas tan tarde?". No se me ocurre una respuesta más pedagógica que la sinceridad: " En primer lugar, llego a tiempo y en segundo lugar, tengo que trabajar para pagar el alquiler". Mi irritación definitivamente apunta a la persona equivocada.

En la puerta de la guardería escribo un breve mensaje a un colega que está editando un texto mío. No he tenido la oportunidad de responder a sus comentarios. Mientras tanto, el niño que está a mi lado está lloriqueando por un helado. "¿Cuándo vamos a salir?" "En un minuto", digo. No puedo contar cuántas veces al día le digo a mi hijo "en un minuto" o "enseguida", y muy pocas veces soy sincera. La mayoría de las veces, "en un minuto" o "enseguida" se convierte en "más tarde". Yo misma me veo horrible. A nuestro lado hay otra madre de la guardería con un niño en su bicicleta, luchando con el candado.

Llevamos desde el principio del verano intentando quedar. Pero ahora las hojas de los árboles ya están cambiando lentamente de color. Me cae realmente bien esta mujer, y me apena que no lo hayamos conseguido hasta ahora. Por un momento me planteo mirar hacia otro lado, pero acabo mirando hacia ella. "Lo siento, ahora mismo no puedo hacer nada más que sobrevivir", digo. Ella mira hacia atrás, sonríe cansada y responde: "Sé muy bien lo que quieres decir. Podría ponerme a llorar ahora mismo". Nos sonreímos solidariamente, ninguna de las dos está llorando, y nos vamos con nuestros respectivos hijos. Yo con un nudo en la garganta, ella quizás también.

No me sorprende que un estudio del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) lo haya demostrado: En los siete años posteriores al nacimiento de un hijo la salud mental de un tercio de las madres se deteriora considerablemente. Se trata de un "deterioro sustancial", según el estudio. El malestar de las madres encuestadas se manifiesta en tres dimensiones: estrés mental, retraimiento social y relacionado con el estrés, estados de ánimo depresivos y sentimientos de ansiedad.

Sí, sí y sí. Conozco todo esto y también la mayoría de mis amigas que son madres. La reunión que una amiga y yo llevamos planeando desde hace meses se ha convertido en un chiste recurrente. Llevo un año queriendo volver a bailar y sólo he conseguido buscar en Google clases de baile de jazz en mi zona. Sólo con mi vibrador puedo conseguir una relación satisfactoria. El último libro que leí me llevó varias semanas. Y eso que leo muy rápido y el libro está muy bien.

El libro lo escribió Antonia Baum, se titula Stillleben1 y gira en torno a la cuestión de cómo combinar la maternidad y una vida propia y por qué las madres no consiguen complacer a nadie. A menudo, ni siquiera a ellas mismas. ¿Por qué será?

“El bebé pone a prueba la psique de la madre" rezaba el titular de un estudio de ÄrzteZeitung. En la mayoría de los casos esto es una bobada y denota una gran cortedad de miras. Por supuesto, la vida con un bebé o un niño (pequeño) suele ser más estresante y, sobre todo, está más condicionada por otros que sin él. Pero no es el niño lo que pone en tensión la psique, sino los condicionantes de la maternidad en Alemania. Y los modelos e ideales que afectan a las madres.

Tenemos el modelo de la madre solícita que cuida al niño, acompañado de fuertes expectativas sociales. Luego está el modelo de la madre trabajadora que tiene que funcionar porque hoy en día tiene exactamente las mismas oportunidades que sus colegas. (Me río en voz baja y pongo los ojos en blanco llegada a este punto). También el modelo de la madre como modelo a seguir por su hijo. Y, especialmente en el caso de los padres separados, el modelo de la MILF, la Mom I'd Like to Fuck.

Tantos modelos, y todos ellos deberían reflejarse en una sola persona. ¿Quién se supone que va a conseguirlo? Aparte de Beyoncé no se me ocurre nadie más. Claro que en su caso hay un tema que no cuenta. Beyoncé puede permitirse ocho niñeras para sus hijos. La mayoría de las madres que conozco no pueden. La gente siempre dice que los niños son caros. No creo que eso sea cierto. Sí, claro que el gasto en ropa y comida es mayor. Pero también puedes hacerlo de forma barata si hace falta. Lo que es caro es tener una buena vida teniendo hijos.

"Por detrás de los resultados de nuestro estudio se esconde un problema social", afirma Marco Giesselmann, del DIW. El 19% de las madres encuestadas describen una mejora en su bienestar. La maternidad supone una revelación, revela una polarización. Si una mujer goza de una buena posición social, hay muchas posibilidades de que le siga yendo bien tras el nacimiento de un hijo. Si una mujer vive en la precariedad, la maternidad agudiza sus retos. El ejemplo de las familias monoparentales lo ilustra muy bien.

Alrededor de un tercio de todas los progenitores solteros corren el riesgo de caer en la pobreza. La vida familiar suele ser una construcción inestable: en cuanto un pilar se tambalea, la construcción se derrumba. Cuando el progenitor soltero cae enfermo -alrededor del 90 por ciento son mujeres-, cuando un niño está enfermo o cuando la lavadora se estropea. Saber que la construcción puede desmoronarse en cualquier momento es estresante. Saber que no hay nadie con quien compartir las preocupaciones y las cargas añade estrés. Tener que pensar en todo y hacerlo todo solo es estresante.

Un estrés que también conocen muchas madres en una relación heterosexual. El término en inglés "mental load" (carga mental) describe las tareas visibles e invisibles de la vida cotidiana sin las cuales ningún hogar ni ninguna familia pueden funcionar. ¿Quién escribe la lista de la compra? ¿Quién cose la ropa rota? ¿Quién se encarga de los regalos de cumpleaños? ¿Quién le corta las uñas al niño? ¿Quién se acuerda de comprarle al niño unos zapatos nuevos para la próxima temporada? Estas son las preguntas que las madres suelen ser las primeras en formular.

Sí, también existen padres que quieren vivir una paternidad igualitaria. Sin embargo, las madres siguen llevando con demasiada frecuencia las riendas de la familia. Y delegar tareas también es trabajo. Tener que pensar siempre en todo es un trabajo y se lleva parte de la energía disponible. Pensar en las cosas cuesta energía, la responsabilidad cuesta energía.

"Es muy sencillo, pensé (...), quiero ser un hombre. (...) Quiero ser un hombre, pero no quiero tener aspecto de serlo. (...) Pero lo de poder levantarme, no sentirme responsable y seguir con mi vida, querría poseer esa oportunidad, para siempre". (de: Stillleben)

Por supuesto, la solución no puede ser que las madres se conviertan ahora en padres. Pero la solución puede ser que las madres y los padres se conviertan en progenitores. El esfuerzo por no hacer distinción de sexos. Tanto en el pensamiento como en la acción. Y no, que sólo las madres puedan dar el pecho no es un argumento relevante para mí. Si quieres vivir una paternidad igualitaria, puedes hacerlo muy bien con un hijo lactante. Lo que hace falta es que todo el mundo lo quiera de verdad.

La responsabilidad del cambio social corresponde a la política. Debe crear condiciones en las que se pueda vivir la paternidad y la maternidad en igualdad de condiciones, y en las que las familias monoparentales también puedan vivir bien. Al fin y al cabo, ésta es la forma de familia que crece más rápidamente. "Una situación con prestaciones sociales altamente cualificadas aumenta el bienestar", afirma Marco Giesselmann, del DIW. Sólo mediante un cambio de política puede la sociedad cambiar sus estándares. Sólo así se pueden suavizar los rígidos ideales maternos.

A veces, todos estos ideales maternales inflados y todas las llamadas a la conciliación de la familia y el trabajo se topan con la realidad. En Turingia una diputada fue obligada a abandonar el parlamento porque llevaba a su bebé con ella. Se supone que las madres deben serlo todo a la vez, pero únicamente cuando les conviene a todos. Una madre que acaba de parir en el parlamento está bien, pero, por favor, que deje al bebé en casa, o donde sea. Una madre a la que le gusta tener sexo, estupendo, sin embargo, hablar de ello en voz alta y en público no es apropiado. Y las MILF siguen siendo el género porno más popular. Una madre debe tener un trabajo remunerado, por supuesto, pero, por favor, que no tenga ambiciones profesionales. Y no parece importar lo que quieran las madres.

El hecho de que muchas madres estén peor mental y emocionalmente en los primeros años tras el nacimiento de sus hijos no se debe a éstos. Se debe a las estructuras sociales, que no se han hecho para las mujeres y ciertamente no para las mujeres con hijos. Han sido hechas por hombres para hombres. Estructuras hechas para una sociedad meritocrática. Para personas sin responsabilidades familiares relaciondada con niños o con familiares dependientes. Hasta ahora, el trabajo de atender a familiares no tiene cabida en estas estructuras; las madres, en particular, lo perciben cada día.

Me encantaría poder quedarme parada en un semáforo y esperar a que se ponga en verde. Y esperar a que vuelva a ponerse en rojo. Y luego verde de nuevo. Simplemente, quedarme ahí esperando. Y ponerme en marcha en algún momento cuando el semáforo se ponga en verde, cuando me apetezca. Preferiblemente junto con mi hijo.


1 Juego de palabras: Stillleben es el nombre de los bodegones o naturalezas muertas, literalmente significa vivir tranquilo, y además, el verbo stillen significa dar el pecho


Fuente: http://kaiserinnenreich.de/2018/09/07/das-unwohlsein-der-modernen-mutter/

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